Una perspectiva global sobre la ciudadanía democrática responsable

Por Georgios Kostakos*

La noción moderna de “ciudadanía” está relacionada con el Estado nación y surgió en gran medida de la lucha por los derechos civiles en las sociedades occidentales. En los últimos años, el término “ciudadanía” o “ciudadano” suele utilizarse en un sentido más amplio: informalmente, como en “ciudadano del mundo”, o incluso formalmente, como en “ciudadano de la Unión Europea”. Sin embargo, ¿puede haber conceptos, actitudes y modalidades de ciudadanía con respecto a instituciones cuasisoberanas o supranacionales, tanto a nivel regional (por ejemplo, la UE) como mundial (por ejemplo, las Naciones Unidas) o los términos “ciudadano” y “ciudadanía” se utilizan metafóricamente en tales casos?

Veamos algunos aspectos clave de la ciudadanía para explorar si también se aplican a instituciones más allá del Estado nación. El principal documento de referencia, con el que a menudo se presta juramento de ciudadanía y/o de servicio público, es la constitución del Estado. ¿Existe tal cosa en el contexto global de la ONU y en el contexto regional de la UE? En realidad, el documento fundacional de la ONU es la Carta de las Naciones Unidas, que tiene algo de evangelio, pero no se la suele tener muy en cuenta. Junto con la Carta, la Declaración Universal de los Derechos Humanos completa el dúo constitucional nuclear del sistema de gobernanza mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial. Puede que la UE no cuente con una constitución como tal (los intentos de dotarla de una han fracasado hasta ahora), pero sus “acuerdos fundacionales“, incluidos los Tratados de Roma, Maastricht y Lisboa, desempeñan este papel y son una referencia clara para sus ciudadanos.

Una determinada historia de la creación o “mito fundacional” también forma parte de la herencia compartida que determina la ciudadanía en el nivel del Estado nación. Puede ser la lucha de liberación contra una potencia colonial o la lucha por los derechos del pueblo contra una monarquía o una oligarquía. La épica de la Segunda Guerra Mundial desempeña ese papel tanto para la ONU como para la UE, ya que su creación fue parte del esfuerzo por evitar que se repitiera tal carnicería y destrucción, tanto en el mundo en su conjunto como en el continente europeo.

El sentido de identidad y solidaridad es otro aspecto clave de la ciudadanía a nivel estatal. Pero ¿es igual de evidente en los niveles regional y global? La respuesta es positiva, si se tiene en cuenta el “paquete de ciudadanía de la UE“, que incluye varios textos legales y disposiciones administrativas en apoyo de los derechos de las personas que ostentan la ciudadanía de cualquiera de los países de la UE, junto con un conjunto de programas de financiación que distribuyen dinero a agricultores, artistas, investigadores y muchos otros grupos en toda la UE. Los diversos instrumentos internacionales en materia  de derechos humanos, el trabajo de instituciones como el Consejo de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, así como los mecanismos multilaterales de financiación del sistema de las Naciones Unidas, como el PNUD, UNICEF, el Banco Mundial, el  FIDA, el Fondo Verde para el Clima, etc., también desempeñan el mismo papel a nivel mundial, aunque con márgenes financieros mucho más estrechos.

Otro nivel de gobernanza que ha surgido recientemente pero que no puede ser ignorado es el del ciberespacio. Un gran número de personas, en particular los jóvenes, pasan en línea gran parte de su tiempo, de sus vidas. El término “ciberciudadano” o “ciudadano digital”ha adquirido un significado de facto y también debe ser tenido en cuenta cuando se habla de ciudadanía más allá del Estado nación.  ¿Cuál es la fuente de legitimidad y “soberanía” en el ciberespacio? No existe ningún documento fundacional como tal, ni tampoco ningún mito fundacional unificador. Uno tiene que dirigirse a los “reinos cibernéticos” individuales para obtener los documentos fundacionales y las narrativas de las superpotencias digitales como Google, Microsoft, Facebook/Meta o X (anteriormente conocida como Twitter), o a los muchos “principados” más pequeños y comunidades de todo tipo que ofrecen un sentido de identidad y solidaridad a grupos de personas de ideas afines.

En conclusión, los seres humanos de hoy tienen que lidiar con muchas identidades y ciudadanías superpuestas, que pueden considerarse complementarias, a menos que algo salga mal en las relaciones entre los diversos niveles de gobernanza en los que se basa cada una de ellas. Si bien la ciudadanía a nivel estatal sigue siendo la más definitoria para el individuo, sobre todo debido a los documentos de nacionalidad y a los acuerdos de aplicación que se mantienen a ese nivel, otras ciudadanías o “metaciudadanías” se están convirtiendo cada vez más en el “foco” de la lealtad y el compromiso. Ningún currículo de Educación para la Democracia (EpD), ni siquiera controlado por las autoridades estatales como parte de los sistemas educativos nacionales, puede ignorar las nociones y prácticas emergentes más amplias de ciudadanía a nivel regional, global y digital. Deben ser tenidas en cuenta y armonizadas para alcanzar el objetivo compartido del bienestar individual y social, la seguridad humana y la resiliencia en todos los niveles y fronteras.

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* Basado en una presentación realizada por el Dr. Georgios Kostakos en la Conferencia General de la ECPR 2023, Universidad Carolina, Praga, 7 de septiembre de 2023.

Georgios Kostakos es cofundador y director ejecutivo de la Fundación para la Gobernanza Global y la Sostenibilidad (FOGGS), con sede en Bruselas, que se centra, entre otras cosas, en la ética de la gobernanza mundial y en una nueva narrativa de la globalización, el establecimiento de un Consejo Mundial de Resiliencia y el replanteamiento de la educación para la era digital. Alrededor de la mitad de su experiencia laboral de treinta años se ha centrado en la ONU, incluida la Oficina Ejecutiva del Secretario General de la ONU, el Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Global y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).


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